No hay novia clásica que se precie que no quiera aproximarse al altar enfundada en el vestido de sus sueños, mientras un largo y suntuoso velo cae sobre sus hombros y espalda.
No siempre apto para todas las estaturas o tipos de vestidos (en ocasiones es preferible optar por un velo corto o un sofisticado tocado, especialmente si hablamos de una boda civil), lo cierto es que el usar o no velo ya no está regido por la tradición sino, exclusivamente, por el gusto personal de la novia.
Lo primero que debes hacer a la hora de decantarte por un velo o mantilla es diferenciar entre ambos. Aunque en la tienda podrás probar toda suerte de combinaciones hasta dar con el que sea perfecto para ti, es importante que conozcas de antemano sus principales diferencias: mientras que el velo de novia es originariamente francés y la tradición manda que sea largo (en un principio se utilizaba para cubrir el rostro de la novia, dejándolo entrever a través del vaporoso tejido), hoy en día es posible encontrarlo en todo tipo de tamaños, llegando a darse la posibilidad de combinar dos (velo doble), colocados de manera superpuesta sobre el cabello. El tejido es etéreo, ligero, delicado y casi transparente, aunque puede rematarse con detalles y blondas de encaje o cristal en su versión ‘amantillada’.
La mantilla, por el contrario, es una prenda española, que puede ser usada indistintamente entre las invitadas (generalmente en color negro, sobre todo entre las mujeres casadas ) y la novia (blanco o marfil). Su principal característica: a diferencia del velo, la mantilla esta enteramente bordada de encaje artesanal hecho a mano, lo que convierte cada una en una pieza única, que es importante saber combinar bien para no recargar demasiado el look de la novia. La mantilla suele ser más estricta a la hora de prendarse al cabello, aunque permite todo tipo de excepciones de acuerdo al gusto de la novia: mientras que su formato más ‘castizo’ manda colocarla de manera que el borde forme una curva, donde la parte de delante llegue a las manos y la de detrás a la cadera, las estilistas pueden hacer auténticas maravillas y recrear todo tipo de looks ‘retro’, combinando la prenda con piezas de joyería vintage, broches, tiaras o diademas.
Los tejidos: el encaje de Chantilly, la blonda (elaborada en dos tipos de seda, cruda y mate), la organza o la red son algunos de los más comunes, aunque es sin duda el tul el preferido por las novias desde hace décadas por su apariencia semitraslúcida y su capacidad para sobrevivir ajeno a las modas a través de las generaciones. Una alternativa al velo industrial es precisamente esta: recuperar los antiguos encajes y tejidos de la familia (muchas novias aún hoy conservan los de sus abuelas y bisabuelas como auténticos tesoros sólo con este propósito), y crear un velo completamente nuevo, alterando minimamente los pequeños desperfectos que el tiempo haya podido provocar sobre ellos.
Fuente: http://blogmoda.com/novas-%C2%BFvelo-o-mantilla/
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